Desde finales del siglo XIX se inicia en Europa el proceso de derribo de las murallas que cercaban las ciudades motivado por la expansión de los núcleos urbanos, su ineficacia ante la artillería moderna y supuestas razones de insalubridad. América siguió el ejemplo europeo y, al igual que Cartagena, derribó las cortinas de sus plazas fuertes. La Heroica, debido a sus reducidos recursos económicos, no llevó a cabo la destrucción total de su recinto abaluartado y por ello aún se conserva gran parte de la misma. Durante esas cuatro décadas, se eliminaron:

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